Un resplandor opaco
lunes, marzo 20, 2006
El resto del día deambulo por la casa y lo que más me asombra es el semblante de Melinda: la sonrisa nerviosa y la crispación constante han dado paso a un andar lento, adormilado; mira hacia adentro y habla por lo bajo como si dialogara con algún ser imaginario. Olof interroga a Paralopus y Wiona.
Cuando anochece se viene a despedir.
Me comenta sobre los peritajes: El mate de Amadeo ha sido cargado con agua caliente cuando el cuerpo de Aki ya estaba sin vida. “¿Alguien se tomó un amargo contemplando el cuerpo de la chica?”, propongo; Olof asiente con desgano y continúa con su informe: los peritos no han encontrado preservativos, no hay huellas digitales; una cajita de fósforos flotaba en el agua junto a Aki, es de un bar en Uppsala; en un rincón, cerca de la salamandra, se ha encontrado el resto de un fósforo quemado; entre las cenizas, hojas de papel consumidas por el fuego en las que sólo se alcanzan a leer algunos ideogramas impresos, cosas sueltas, nada que aporte…”, aquí Olof se detiene y mira hacia el piso nevado. “Ya han librado orden de captura contra Amadeo”, me informa, con voz queda. Se muerde el labio. Quedamos en silencio. La luna apagada por las nubes cae sobre el lago helado y pinta el paisaje y nuestras ropas con un resplandor opaco.
Cuando anochece se viene a despedir.
Me comenta sobre los peritajes: El mate de Amadeo ha sido cargado con agua caliente cuando el cuerpo de Aki ya estaba sin vida. “¿Alguien se tomó un amargo contemplando el cuerpo de la chica?”, propongo; Olof asiente con desgano y continúa con su informe: los peritos no han encontrado preservativos, no hay huellas digitales; una cajita de fósforos flotaba en el agua junto a Aki, es de un bar en Uppsala; en un rincón, cerca de la salamandra, se ha encontrado el resto de un fósforo quemado; entre las cenizas, hojas de papel consumidas por el fuego en las que sólo se alcanzan a leer algunos ideogramas impresos, cosas sueltas, nada que aporte…”, aquí Olof se detiene y mira hacia el piso nevado. “Ya han librado orden de captura contra Amadeo”, me informa, con voz queda. Se muerde el labio. Quedamos en silencio. La luna apagada por las nubes cae sobre el lago helado y pinta el paisaje y nuestras ropas con un resplandor opaco.
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