Ojalá

miércoles, marzo 29, 2006

Pasamos el día con Monique remoloneando en la habitación del hotel hasta las siete de la tarde. En un restaurante del centro de Kiruna nos encontramos a cenar con Amadeo y un amigo que se ha hecho. Un sueco de unos treinta años que habla castellano bastante bien aunque conjuga mal los verbos y la pifia en los artículos. Vivió en Centroamérica con sus padres durante su infancia; usa lentes y tiene una sonrisa muy divertida.
Monique se ha puesto un vestido negro y lleva un cinturón psicodélico que le rodea la cintura. Son unos ojos de cerámica, pintados con esmalte verde, amarrados a una cadenita de metal. Comemos sopa de pescado y ensalada de papas. Durante la cena recibo el llamado de Olof. Mañana nos encontraremos en su despacho. Tiene novedades importantes de Arañita.
Más tarde seguimos la sobremesa en la habitación. Johan, el amigo de Amadeo, toca la guitarra mientras las cervezas van y vienen. Estoy sentado en el piso, la espalda apoyada contra la pared, relajado; en la otra punta de la pieza, Monique fuma y canta con Johan que se sabe un par de canciones de Silvio Rodríguez; Amadeo dibuja alguna cosa despatarrado sobre el almohadón. La escena me hace acordar de pronto a las reuniones en casa de mi hermano, esas comilonas con sus compañeros de facultad, artistas, estudiantes de filosofía, cosas que entonces eran para mí tan raras… me sentía ajeno a todo eso y a la vez fascinado por algo que no podía entender. “Ojalá que las hojas no te toquen el cuerpo cuando caigan” cantan Johan y Monique y sus acentos de español atravesado le dan a la canción una belleza especialísima, “para que no las puedas convertir en cristal”, me parece mentira ser parte de todo esto, de esta noche acá, de aquellas noches en casa de mi hermano, —Ojalá que la lluvia deje de ser milagro que baja por tu cuerpo—, Monique se ha equivocado en una palabra y con Johan ríen por el pifie, —Ojalá que la luna pueda salir sin ti—, ojalá que esta sensación dure por siempre, —Ojalá que la tierra no te bese los pasos—, ojalá que esta noche dure por siempre.

...
¿Es para mí?