Decí alpiste

miércoles, marzo 15, 2006

Amadeo ya está conmigo. Lo encontré arriba de la montaña, paveando entre los renos. Ahí se quedó el muy fresco, casi una semana —según él “estudiando una pista importantísima”.
Vamos a quedaremos varios días más en Laponia. Hemos dado con un rastro firme. Mucho más no voy a revelar por este medio: hasta acá llegó mi changüí; ya te siento el olor, Arañita. La suerte está echada. Que gane el mejor.

Nos estamos haciendo pasar por turistas. Desde el lunes compartimos un albergue en el bosque, a orillas del lago congelado, con otras siete personas: Aki y Wong, una parejita de chinos sonrientes tan amables y ordenados que da bronca; Monique, una francesa mojigata obsesionada con el sauna finlandés, cara de ángel y cuerpo de modelo; Paralopus, un griego tiro-al-aire que usa camisas hawaianas y escucha al mango música de los ochenta; Hauna, un belga callado y amable que siempre deja el inodoro sucio; y Wiona y Melinda, dos universitarias yanquis con cara de putonas.
Con Amadeo, Paralopus y Hauna, dormimos en una pieza grande, con camas marineras y una vista hermosa hacia el bosque de pinos nevados; Monique, Wiona y Melinda comparten la habitación de al lado; la parejita de chinos disfruta de la suite “Amor en Laponia”: una pieza amplia con cama doble y un par de sillones forrados en piel de reno. En la planta baja de la cabaña está el comedor grande con hogar a leña, la cocina y el baño.
Estoy usando la computadora de Lars, el dueño del albergue: un sami de lo más amable que nos ayuda en lo que puede. Viene cada mañana a dejarnos la comida para el día: tres bandejitas por persona —desayuno, almuerzo y cena—, envueltas en papel de aluminio.
La convivencia no es fácil, pero tampoco un infierno. Nos comunicamos en inglés salvo con Paralopus que se hace entender con señas e interjecciones.
Estaremos aquí por unos días; esperamos un llamado de Olof para comenzar con el operativo “Araña congelada”. Ya estamos listos para avanzar sobre la presa.
Arañita, decí alpiste: Perdiste.

(Les resumo los acontecimientos de la semana en las tres entradas que vienen abajo: ya soy todo un escritor, fíjense sino como he cuidado la redacción y las descripciones).

Viaje en tren
Un sacramento